miércoles, 10 de abril de 2013

Instrumentos humanos

Mis instrumentos favoritos son los musicales.
Pero esta predilección personal no es más que eso: un gusto particular por un determinado tipo de objeto de los muchos que sirven para hacer algo o conseguir un determinado fin.
Tampoco están mal los instrumentos científicos, por ejemplo, o los utilizados en las distintas artes plásticas...
Reconozco que hay multitud de ellos muy útiles y prácticos, como también es cierto que algunos son especialmente complejos y sofisticados.
Lo normal es que un instrumento sea una herramienta inanimada, cuya utilidad viene a resultar más o menos eficaz, en función no solo de su calidad intrínseca, sino de quien la maneje.

Hoy en día, existen múltiples instrumentos mecánicos, eléctricos y, por supuesto, electrónicos que parecen tener habilidad propia para conseguir el fin para el que han sido diseñados. Los hay, incluso, que parecen estar dotados de inteligencia y hasta de voluntad propia y capacidad de iniciativa.
La oferta, por tanto, es amplia y diversa. Casi ilimitada.
Sin embargo, hay quien sigue prefiriendo otro tipo de instrumentos: los humanos.

El hombre, al igual que casi todos los demás animales domésticos, ha sido usado, a través de los tiempos, como instrumento para innumerables funciones mecánicas. Y todavía es utilizado para ellas en aquellos lugares en los que las máquinas no han sido una alternativa más económica para desarrollar su labor. Es el capital humano, que tanto estudio y controversia ha generado a través de los tiempos, desde el punto de vista económico, ético, social y político.

Volviendo a mis instrumentos favoritos, los musicales, es indiscutible que el ser humano juega un papel muy importante entre ellos. Y es que un instrumento no es más que eso: aquello de lo que nos servimos para hacer algo o conseguir un fin.
Lo que pasa es que hay fines de muy diversa naturaleza, algunos de los cuales no pueden alcanzarse más que con la instrumentalización del hombre.
Suelen ser objetivos emocionales o sentimentales, muy vinculados a tendencias egoístas particulares, inmersas, en un buen número de casos, en ese peligroso y resbaladizo territorio que enlaza lo muy material con lo psicológico.

Son especialmente relevantes y dignas de preocupación aquellas situaciones en las que el hombre-instrumento es considerado como un mero producto de consumo; ya que, desde una perspectiva que podríamos denominar ética económica humanística, el ser humano utilizado como instrumento permanente (o como bien duradero, usando una terminología de teoría económica) conserva, al menos, una razonable parte de su dignidad personal, que es brutalmente atropellada (y, a veces, escarnecida) cuando es consumido como un mero producto de usar y tirar.
Hay estudiosos de la materia que definen al individuo encuadrado en este peculiar (aunque abundante) modelo como el hombre-kleenex, por ser este uso (el de pañuelo desechable) uno de los más habituales en la conducta de quienes los utilizan.

Todo lo cual me reafirma en mi predilección por los instrumentos musicales.

No hay comentarios: