miércoles, 19 de noviembre de 2014

Los pájaros

Para muchos cinéfilos, la película de Hitchcock así titulada es una de las más memorables del gran director del suspense. Tal vez más por la angustia que produjo un argumento que está presente en las pesadillas de más de uno que por la pura calidad cinematográfica del film. 
Da igual que, como pasa en muchas de sus obras, el bueno de Alfred no se preocupase demasiado por la perfección técnica de los efectos especiales. El tema está tan bien escogido para producir el desasosiego en el espectador y su puesta en escena es tan dramática, que el gran público se siente incapacitado para reparar en semejantes 'pequeñeces' artísticas.

Claro que estas cosas no suceden por casualidad. Me refiero al hecho de que mucha gente tiene problemas con los pájaros.
A ver, es cierto que hay muchas clases de aves. Algunas de aspecto dulce, alegre y hasta simpático, capaces de inspirar simpatía y ternura. Sin embargo (aunque, por algún motivo, parece que no es políticamente correcto reconocerlo), los pájaros pueden llegar a despertar un cierto temor, casi supersticioso, que un buen número de personas procura disimular o, incluso, acallar en su fuero interno.
De ahí el gran acierto del maestro Hitchcock. Su teoría debía ser que todos hemos sentido, en algún momento, una cierta sensación de que lo que ocurre en su película puede suceder en la vida real. Por eso el público que tanto sufrió viendo los furibundos e incontrolados ataques de los pájaros de Bodega Bay a la elegante Tippi Hedren, salía de las salas de cine desconfiando hasta de los inofensivos gorrioncillos que encontraban a su paso.

Pero no hay que obsesionarse con los pájaros. Las personas no somos tan diferentes a ellos. No es raro que se nos acerque alguna en aparente son de paz y con aspecto de inocente ave, portando una ramita de olivo en el pico, para, en un momento imprevisto, cambiar el gesto y, deshaciéndose de la ya innecesaria rama bíblica, lanzarse a un ataque violento y despiadado contra nosotros.
Tampoco decimos que los pájaros sean malos, no, pero, ampliando el sentido original de la célebre frase de Casanova, podríamos afirmar con él, refiriéndonos a las aves, que no siempre las más bellas son las mejores (él aseguraba que no siempre las manzanas más bellas son las que mejor sabor tienen).
De todas formas, como, sin duda, Blancanieves le matizaría, eso no es lo peor, sino que sean las más bellas y tengan el mejor sabor... pero sean venenosas.

Los pájaros... esas deliciosas criaturas voladoras que adornan los cielos y los campos, alegrando con su canto las mañanas de primavera...
Las dulces aves que iluminan con su vuelo la nostalgia y el recuerdo...

Los pájaros... los pájaros.

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