lunes, 28 de mayo de 2018

Bailes de salón

Mala Estrella se quejaba de que siempre le tocaba bailar con la más fea. Y, la verdad, es que era lo habitual... aunque no fue así todas las veces. 
En cualquier caso, no es lo más grave que puede ocurrir en lo que a bailes se refiere. Hay, por ejemplo, una famosa micro-novela que habla de ello:

–Que nos quiten lo 'bailao' –dijo él.
Y ella se lo quitó.

La novela es corta en texto escrito, sí, pero cuenta, con poquísimas palabras, una historia muy larga. Y, más allá del relato, recoge un hecho espantoso, aparentemente insólito, pero posible.
Al protagonista le robaron de tal forma que no le dejaron ni los recuerdos. No fue un problema de olvido, sino que todo lo bueno de su pasado se diluyó como un terrón de azúcar en un vaso de agua. Eso sí, dejando, además, un sabor amargo en lugar de dulce.
¿Es difícil hacerlo? Sí, lo es. Solo los consumados especialistas son capaces de lograrlo. Para ello es imprescindible una combinación de técnicas (muy sofisticadas, desde luego), aplicadas con precisión de expertísimo neurocirujano. 

Creo que la micro-novela se llamaba 'Bailes de salón'. Si estoy en lo cierto (por suerte mi memoria no es muy buena), hemos de convenir que el título es acertado. El de salón suele modificar la naturaleza original de lo que describe. Así ocurre, sin ir más lejos, con el toreo, ya que cuando alguien lo practica en esa modalidad, lo hace eliminando el principal elemento de la auténtica lidia: el toro.
El caso del baile es distinto. Tiene un doble sentido. El original, habla de un tipo de danza realizada por parejas en locales cerrados y siguiendo pautas convencionales (con independencia de que el ritmo seguido sea más o menos moderno). En su otra acepción, sin embargo, se refiere a parejas distorsionadas por una realidad engañosa, en la que uno de los participantes evoluciona con excepcional arte y soltura alrededor de su partenaire (lo pongo en cursiva pese a estar aceptado por la RAE), consiguiendo con sus movimientos un efecto aparente que nada tiene que ver con el objetivo de sus contoneos.

Es indiscutible que nunca han faltado en el mundo formas rítmicas (muy populares algunas) de cortejar, marear perdices e, incluso, de hacer política, pero esos bailes de salón suelen estar basados en pautas bien aceptadas y sobradamente conocidas por casi todos. El robo retroactivo de 'bailes' vividos es otra cosa. 
Salomé bailó para estar en condiciones de exigirle a Herodes la cabeza de Juan, pero no osó borrar de la historia la labor del Bautista. Fue un baile de salón, claro, pero nadie pudo quitarle lo por él 'bailao' a orillas del Jordán.

Por el contrario, al personaje de la micro-novela (Él) no le quitaron la cabeza, sino todo lo danzado, a lo largo de su vida con Ella. El método (digámoslo ya, de una vez) consiste en destruir, machacar, ennegrecer y descuartizar cuanto forme parte de un pasado que parezca (solo parezca) haber merecido la pena. No basta con volatilizar el futuro. Hay que masacrar el pasado, triturarlo, emponzoñarlo... 
Para quitar lo 'bailao' hay que vaciar el alma y envenenar los sentimientos del viejo partenaire, para evitar que pueda seguir alimentándose de ellos.

Y es que, a veces, en los bailes de salón de la vida, hay cosas mucho peores que las que le solían pasar a Mala Estrella.