martes, 9 de septiembre de 2014

Cuarto menguante

Como no podía ser de otra forma, la luna estaba, exactamente, en cuarto menguante.
Pensar hoy en ello, sabiendo que una superluna brillará está noche en el cielo, podría resultar paradójico de no ser porque existe una ley no escrita que dice que la luna determina no solo las mareas del océano, sino, también, las del espíritu.

Los conocedores de la influencia de la luna sobre la vida de las personas siempre escogen, con especial cuidado, el momento oportuno para cada una de sus acciones en función de la situación de la luna. Y el cuarto menguante, como su nombre muy bien indica, es el apropiado para manifestar todo lo que mengua.
Por ejemplo, si alguien menguado (en la tercera acepción del diccionario de la Real Academia Española) decide implementar una acción propia de su condición, es oportuno que escoja el día en que la luna alcanza el ecuador de su cuarto menguante, ya que contará con más oportunidades de lograr con éxito su ruin propósito.
Y si lo que ejecuta es una felonía de inmensas proporciones, de esas que el Fantasma de la Ópera calificaba como "más allá de la imaginación", es muy recomendable seleccionar un día de luna nueva, en los que la oscuridad de la noche favorece que la deslealtad y la traición pasen más desapercibidas.

Las brujas, sin ir más lejos, dominan este arte. Al igual que son capaces de transformar la infusión más inofensiva en un brebaje venenoso y adictivo, de fatales consecuencias para los incautos, que, por cierto, son gran mayoría entre los humanos.

Pero lo de la luna nueva fue luego. Ese día estaba, exactamente, en cuarto menguante, lo que favoreció que lo menguado (fraguado, a conciencia, durante semanas y, tal vez, meses) saliera a relucir, como un latigazo violento e imprevisto. Quien así es fustigado durante el cuarto menguante de la luna, tiene muy limitadas sus posibilidades de defensa.
Todo conviene prepararlo durante el anterior cuarto menguante, pues, así, la conjunción de ambas fases potencia los efectos del plan urdido y debilita la conciencia de la despistada víctima propiciatoria, quien seguirá creyendo en las constelaciones que se le ofrecieron, de forma intensa, repetida y estudiada, a través de un mapa estelar en el que reinaba la Osa Mayor y se completaba con aquella otra luna, prendida con gracia en su pequeña órbita.


Esta noche, sin embargo, una superluna dominará el cielo y el mundo se lanzará a la calle, a los campos, a los montes y a las playas para celebrar la belleza del astro nocturno, de una luna generosa y blanca que regalará, una vez más, su plateada luz a los hombres. Millones de personas la observarán, con sus rostros regados de nácar y en sus ojos se reflejará un círculo perfecto de platino, luminoso y frío.
Parece que los imagino a todos cantando su belleza, quizás utilizando los mismos versos del gran poeta romántico: "Gocemos, sí; la cristalina esfera/Gira bañada en su luz: ¡bella es la vida!/¿Quién a parar alcanza la carrera/Del mundo hermoso que al placer convida?".

Y hacen bien, porque pronto, muy pronto, la luna volverá a entrar en cuarto menguante.

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