lunes, 18 de julio de 2011

Poco antes de que den las...

El número que viene a continuación no tiene importancia en esta historia.
Lo verdaderamente importante es la historia en sí misma. Cuando Serrat escribió esta canción, muchas chicas jóvenes se sintieron identificadas con ella. Unas, porque las describía. Otras, porque hubiesen querido vivirla pero nunca se atrevieron.
El éxito de las canciones, como el de los anuncios publicitarios, está íntimamente unido a la exactitud del reflejo de las emociones que expresan con las del público al que van dirigidos.

También es cierto que hay canciones (y anuncios) que resisten mal el paso del tiempo porque cuentan cosas que se van alejando de la realidad social con el transcurso de los años.
Con el cambio tan drástico que sufrió nuestra sociedad en las últimas décadas del siglo XX era lógico suponer que la letra de la canción de Serrat iba a quedarse pronto trasnochada. Sin embargo, a veces, la vida nos adelanta, en un movimiento envolvente, que reproduce la realidad pasada, situándola en un nuevo escenario.

Claro está que algunas eran muy niñas cuando el cantautor la escribió. Fueron fans tardías que se empeñaron en que una obra de tanto éxito no cayese en el olvido. A finales de los setenta habían cambiado mucho las cosas y España no era la misma que diez años antes. Pese a ello, determinadas costumbres siguieron vigentes. Sobre todo, entre algunas familias muy conservadoras. Esto creó un conflicto de difícil solución que trajo no pocas consecuencias a padres que se empeñaban a mirar hacia el pasado. En aquellas épocas (como en todas, si a eso vamos) no había familia de la clase media acomodada que no tuviese su oveja negra.
Pero la presunta gravedad de esos asuntos solía arreglarse con cierta soltura mediante el tradicional método del traje blanco de seda, con velo de tul, y unos doscientos invitados.

Aunque las verdaderas fans de aquel single no se conformaron con algo tan vulgar, sino que, con su presidenta al frente, fueron a pedirle a Serrat unos pequeños arreglos en la letra. El gran autor catalán, con buen juicio, se negó rotundamente a modificar ni una sola de sus estrofas y la canción quedó para siempre como todos la conocemos.
Pese a ello, aquellas tercas seguidoras no cejaron en su empeño y siguieron cantando su música con ligeras modificaciones en sus versos. Y la cantaron durante muchos años más. Ni siquiera se conformaron con el cambio de milenio. La vieja y bonita canción seguía estando tan viva como en sus orígenes, gracias a las acertadas versiones de estas obstinadas fans. Apenas hubo que cambiar el personaje de la madre por otro más adecuado a los nuevos tiempos y a la edad de aquellas irreductibles aficionadas a ese viejo clásico del pop.

Dicen que hoy siguen tarareándola. Si bien es cierto que, tal vez por el inexorable efecto del paso del tiempo, algunas ya la confunden con otro lejano éxito de Cecilia y cantan un popurrí que suena muy bien en ciertos círculos de buen acomodo y apreciables tragaderas.

Bueno, pues hay anuncios a los que les pasa lo mismo. Bastaría introducir en ellos unas leves modificaciones de copy y ya los tendríamos listos para seguir funcionando con eficacia. Tal vez sea una solución para estas épocas duras que vivimos. El caso es que, cuando veo algunos comerciales de nuestros días, no puedo evitar esa sensación de déjà vu...

Entonces, yo también me pongo a canturrear la canción de Serrat. Debe ser que me estoy haciendo viejo.

2 comentarios:

SABER ES COMPARTIR dijo...

Como siempre Exquisitos tus escritos. Felicidades Paco, recuerda que te estamos esperando en Saber sin fin.com tus amigos de México

SABER ES COMPARTIR dijo...

Como siempre, exquisitos tus escritos. Felicidades Paquito