miércoles, 23 de septiembre de 2015

Eclipses a domicilio

Frankfurt es una ciudad muy curiosa. En ella se producen dos eclipses al año, uno antes de que empiece Abril (y, también, antes de que comience abril) y otro, recién llegado el otoño.
Pero no es el único lugar con eclipses múltiples, no. Se producen, asimismo, en Londres, París, Barcelona, Lisboa, Segovia, Sevilla... En Madrid los hay casi a diario y en varias ciudades de Europa y América, una vez al año.
Nada de esto es sorprendente para quienes dominan cierta rama de la astrología, si bien hay que decir que los astrónomos no están al corriente  de estos fenómenos, que tienen lugar en una dimensión diferente a la que abarcan los conocimientos de su ciencia. Existe, eso sí, una universidad, la Colombina, que los tiene perfectamente estudiados y documentados.

En algunos casos, estos eclipses múltiples tienen características muy singulares. Los de Frankfurt, por ejemplo, pese a ser dos anuales, constan de uno que parece doble (por producirse, a la vez, en un mes real y otro figurado) y un segundo fenómeno (con el que arranca la estación otoñal) que se suele confundir con el primero. Yo no sé explicarlo bien, ya que no domino esa parte de la astrología tan complicada, que, como los eruditos saben, tiene su origen en la Commedia dell'Arte (con música de Mascagni como fondo melódico, desde luego).

Pero, tal vez, son aún más originales otros eclipses, descubiertos en las últimas décadas, que tienen la ventaja de que son mucho más manejables y flexibles que los considerados convencionales. A mí me recuerdan un poco a lo que le ocurría a D. Ezequiel, cuya gran riqueza le permitía evitar desplazarse al zoológico y, por el contrario, pedir a su criado, Bautista, que se encargara de que le trajeran los animales a casa para verlos (algo que hizo, al menos una vez, porque estaba un poco aburrido pero no le apetecía salir de casa). Con estos eclipses pasa algo parecido: son 'a domicilio' (aunque tienen la ventaja de ser bastante más baratos que el capricho de D. Ezequiel). ¿Que uno quiere dejar de ver algo (o a alguien) que tiene delante de sus narices?, pues organiza un eclipse a domicilio y listo.
No siempre son, como pudiera parecer, eclipses pequeños, no. En ocasiones hay que tapar ciudades enteras (como las enunciadas al principio) e, incluso, países. Los sentimientos son mucho más fáciles de ocultar, sobre todo cuando son pequeños y de importancia meramente circunstancial. Se eclipsan con lo primero que surja. O con algo que se tenga a mano. Cualquier artilugio, por insignificante e intrascendente que sea, sirve.

Como es fácil de entender, las ventajas de los eclipses a domicilio son múltiples y de muy diversa índole. Es probable que la mejor de ellas sea su versatilidad temporal (que contrasta con la implacable fugacidad de los tradicionales). Los eclipses a domicilio duran lo que el 'eclipsador' quiera que duren. Algunos son brevísimos. Otros, eternos.

Pero claro, no todos dominan ese arte. Por eso sigue habiendo quien ve luz incluso donde está teniendo lugar un eclipse total. De esos que cantaba Bonnie Tyler con su inconfundible y desgarrada voz...

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