domingo, 24 de octubre de 2010

Fusiones

Es cierto que la crisis ha paralizado la fiebre de las fusiones entre los grupos de agencias, pero, por otro lado, si esta difícil situación económica se prolonga mucho más en el tiempo, podría llegar a producir otro tipo de uniones de mayor alcance, algunas de ellas muy interesantes para los consumidores.
Me refiero a fusiones de marcas y productos que, bien resueltas, serían muy atractivas para determinados públicos y generarían sinergias insospechadas en los fabricantes.

No soy quien para proponer nada, desde luego, pero se me ocurren algunas combinaciones muy llamativas desde el punto de vista del consumo y de las necesidades del consumidor.
Cuando la crisis aprieta, hay que ser imaginativo y atreverse a buscar soluciones revolucionarias y rompedoras.
¿A quién no le gustaría, por ejemplo, disfrutar del Coca Cola Cao? Un producto llamado, sin duda, a liderar el mercado de las bebidas apropiadas para cualquier ocasión. ¿Y quién no compraría en El Zara Inglés, una fórmula candidata al monopolio mundial de su sector?
También serviría para la política, claro. Y resolvería dilemas complicados como el del momento actual, en el que millones de votantes lloran en silencio ante la posibilidad de tener que ejercer su derecho constitucional con un panorama poco edificante. El PPSOE podría ser la solución. Una solución que nos quitaría definitivamente las ganas de votar y daría, con mucha probabilidad, la victoria electoral a las marcas blancas de la política...
Pero mi marca fusionada favorita sería Durexcell. No quiero ni imaginarme la publicidad de este producto total: "... y dura, y dura, y dura...". Espectacular.

Fusiones las ha habido siempre. Hay quien fusiona la mentira con la verdad y obtiene un delicioso combinado de sutil inmoralidad, muy conveniente en determinados ambientes sociales y familiares. Muchos de estos artesanos de la enmienda a la totalidad de la ética, también mezclan ilusión con perfidia, consiguiendo una salsa espiritual agridulce, digna de acompañar a los mejores platos de la cocina sentimental cantonesa.
Son fusiones que cambian la naturaleza de las cosas, siempre orientadas a la protección del yo (y su circunstancia) y a la defenestración de los principios trasnochados de la lealtad, tan poco adaptados a las peripecias de la vida de nuestros días.

A mí me gustan más las uniones de marcas y productos que, humildemente, sugiero más arriba. Para las otras ya hay personas expertas a nuestro alrededor que, agazapadas tras luminosas sonrisas programadas, cubren sus relajadas conciencias con la natural indolencia de quien se muestra superior en virtud, aplicando la vieja y efectiva técnica del espejo del alma. Dicen que Lucifer era el más bello entre los ángeles.
El temblor de su mano sujetando un cigarrillo de nicotina y neuronas no pasó inadvertido para unos ojos que asistían a la comedia de mimos protagonizada por Canio y Nedda.

Tiempos difíciles para fusiones inocuas o para inversiones estériles. Pero nunca es mal momento para unir la voluntad con la constancia, conceptos expresados así en un lenguaje más actual que el de los eufemismos sinónimos, asimilados de las dos primeras virtudes teologales.

La tercera no tiene significado equivalente a día de hoy. Habrá que fusionarla con algo.

1 comentario:

Javier Montabes dijo...

Efectivamente, si no hubiera "muertos" (parados, quiebras, cierres,...) esta crisis sería buena.
Nunca es mal momento para centrarse en lo verdaderamente importante.
Tus nuevas marcas geniales!!

Muchas Gracias por tu ingeniosa reflexión!!