sábado, 2 de enero de 2010

La nueva vida de Amparo Pastor

Amparo Pastor no podía dar crédito a lo que estaba viviendo. Todo había cambiado en unas cuantas horas y era evidente que nada de lo que pasaba a su alrededor tenía cabida dentro del mundo de la lógica.
Decidió recapitular y tratar de poner orden a unos acontecimientos que se habían precipitado de forma aparentemente inconexa.
Apenas un par de días antes había recibido una felicitación navideña, sin remite, que decía, lacónicamente: "Año Nuevo, vida nueva". Desde luego, no le había dado importancia alguna. Para ella, ese texto no era nada más que una frase hecha, muy poco original, por cierto. Nunca hubiese podido pensar que se trataba de una orden... o de una premonición.
Sin embargo, era cierto que no lograba quitársela de la cabeza desde el mismo momento en que la había leído.
Por otra parte, su agencia había sido un negocio próspero durante las últimas dos décadas. Veinte años de éxitos con clientes, de premios en festivales, de reconocimiento público... nada hacía presagiar que los problemas que tanto alertaban a colegas muy próximos pudieran afectar gravemente a T 4 2, su exitosa agencia de publicidad.
Así que se tomó las doce uvas, como todos los años, en unos de esos lugares exóticos y lujosos que solía frecuentar desde que era rica y famosa.
Pero no podía quitarse la dichosa frase de la cabeza.
Cuando fue a brindar por el nuevo año, su copa estaba boca abajo, lo que provocó que un incómodo fantasma cruzase su mente por unos instantes. Fue sólo un momento. Pronto recuperó su alma de esfinge y desterró con presteza cualquier sombra molesta que pudiera empañar sus firmes propósitos para el futuro. Para ese futuro que, para algunos, llega siempre muy deprisa, mientras que, para otros, nunca acaba de llegar.
"Todo está atado y bien atado", se dijo a sí misma, rememorando una frase célebre de los últimos días del viejo régimen. Entonces, ¿por qué se removía esa inquietud en su interior? A las doce y un segundo sonó su teléfono móvil: era un mensaje. "Número oculto", se leía en la pantalla. El texto eran sólo cuatro palabras: "Año Nuevo, vida nueva".
La fiesta duró hasta la mañana siguiente. El Veuve Clicquot Rosé dejó paso a un desayuno con fresas y estrellas doradas, mientras amanecía en cubierta. Los pequeños corazones esparcidos sobre el mantel parecían menos rojos que nunca.
Un día más tarde, ya frente a la gran ventana de su despacho, vio en su agenda ese "Enero 2: ¡Increíble!" que no sabía por qué seguía guardando, un año tras otro.

Telestar, el principal cliente de T 4 2, anunció esa misma semana su intención de convocar un gran concurso mundial de ideas, para "explorar nuevas vías, acordes con los planes futuros de la marca". Su otro gran cliente, G&P, decidió, por primera vez en su historia, dar un giro radical a su publicidad y cambió de red a nivel global. El tercero en ingresos, Turismo del Sur, canceló su cuenta, alegando una decisión política fulminante, ante el previsible cambio de Gobierno.
Así que Amparo Pastor comenzó una nueva vida. No tuvo más remedio. Veinte años de éxitos no habían servido para nada. Quedaban olvidados en un instante. De nada sirvieron sus llamadas de teléfono, sus ruegos, sus peticiones de una nueva oportunidad. No hubo piedad. Todo lo que su agencia había dado a sus clientes durante tanto tiempo estaba olvidado. Había muerto. El nuevo orden no daba tregua. Lo que había sido bueno hasta entonces, ahora era malo, inútil, insuficiente...
Parecía injusto. Muy injusto. Amparo Pastor se hubiese echado a llorar, si hubiese recordado cómo hacerlo... pero ya no se acordaba: tantos años de éxito habían desconectado sus sentimientos, su visión de la realidad.

La agencia se había hundido. Su eterno proyecto de futuro se había convertido en humo. Como ese marlboro que había vuelto a sus manos, tras años de ausencia. Se miró al espejo. Estaba mayor. Amparo Pastor se sentó, llevó a sus labios la taza de té que ya nadie le preparaba y suspiró, mientras pensaba en qué se había equivocado.

Su nueva vida había comenzado. El problema era que, a eso, ya no se le podía llamar vida.

2 comentarios:

Majé dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Paco González dijo...

Ante las muchas especulaciones surgidas tras la publicación de este artículo, confirmo que cualquier parecido de lo en él relatado con la realidad es mera coincidencia. El personaje de Amparo Pastor es fruto de la imaginación del autor.