viernes, 9 de marzo de 2012

Soneto y atlantes

El soneto que reproduzco más abajo tiene ya los suficientes años como para no ser considerado actual, aunque en un día como hoy vuelva a serlo. La fotografía que siempre lo acompaña tampoco es nueva. Sin embargo, no se puede negar que ver en estos tiempos a cuatro atlantes griegos cargando sobre sus espaldas el terrible peso de un palacio alemán, tiene mucho de alegórico.
Y es que el pueblo heleno, ejemplo de capacidad de sufrimiento a través de los siglos, representa ahora, tal vez más que nunca, el esfuerzo que las viejas civilizaciones mediterráneas vuelven a hacer para soportar la presión de los bárbaros del norte.

Nada de esto es una novedad, no nos engañemos. Los ricos solo suelen prestar dinero a los pobres por usura o por poder. Luego, claro está, al que no pueda pagar se le echa de su casa o de la Europa del euro, según el caso. ¡Ah! y, además, se le reprende con severidad por la ligereza de su desenfadada vida.

No son estas líneas un alegato contra la hegemonía de la productividad germánica. Ni siquiera lo son contra la tiranía financiera de los que gastan menos de lo que ganan porque apenas tienen tiempo o donaire para emplearlo en actividades más lúdicas que provechosas, sino que, más bien, son un suave y moderado lamento por un estilo de vida que se resiste a morir, pese a las inclemencias de la atmósfera económica que nos rodea y amenaza.

Releyendo el poema, me parece ver en él un nada sorprendente paralelismo entre el comportamiento de los estados y el de las personas. Hay ríos, como el del soneto, que son reflejo de espejismos estructurados en almas frías y grises. Pero también existen quienes se bañan en aguas plomizas con pleno conocimiento de causa, lo que no les aleja de una profunda ignorancia acerca de lo que les espera. Hasta resulta curioso que marzo esté escrito con minúscula y Abril con mayúscula. No creo que sea por la promesa que esa palabra encierra de una primavera que nunca llegaría... o que aún está por llegar.

Sea como sea, un soneto no es más que eso: catorce versos que resbalan por la mayoría de las almas sin dejar huella. Sería pretencioso pensar otra cosa.
Es una lástima, ya lo sé, pero unas cuantas palabras destiladas por los sueños pueden ser una pesada carga para unos y tan solo el leve recuerdo de una voluntad prestada con intereses para otros...

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