martes, 10 de enero de 2012

De entre los muertos

Hitchcock hubiese sido feliz en la España de nuestros días. Sin duda, el permanente festival de despropósitos en el que vivimos habría sido fuente inagotable de inspiración para sus argumentos. O para volver sobre algunos que fueron tema de sus películas.

Resucitar de entre los muertos es algo, por ejemplo, que suele dar mucho juego. Me refiero al aspecto cinematográfico, claro está, porque desde el punto de vista económico no es nada recomendable. Y no es culpa de los que resucitan, ya que ellos, siempre tan bien mandados, se limitan a morir y volver a vivir, como buenamente pueden y les dejan. Lo malo es que hay quien mata algo y luego se plantea si es conveniente o no devolverlo a la vida.
Ridículos históricos aparte, es ésta una práctica poco recomendable, pues, sin duda, pone en evidencia a quienes mataron a lo que, tal vez, solo debían haber corregido. Por si todo ello fuera poco, no es infrecuente que estos improvisados matadores se amparen en razones falaces para ocultar sus verdaderos motivos.
Aunque sería peor que ni siquiera tuviesen motivos escondidos y su luctuoso acto estuviese motivado por irreflexión panfletaria.

Mucho me temo que algo de esto hubo en la decisión del anterior equipo gubernamental a la hora de eliminar, de un plumazo, la publicidad de Televisión Española. Una medida seudopopulista, amparada en una campaña engañosa que parecía trasladar la responsabilidad de la decisión a los propios ciudadanos.
No fuimos pocos los que advertimos del desacierto y sus probables consecuencias. Pero, una vez más, quien no quiso oír produjo su propia sordera y siguió adelante con el disparate. Un par de años después, parece que habrá que cambiar de opinión. Bien es cierto que serán otros quienes se vean en el penoso trance de desfacer el entuerto provocado por quienes firmaron y ejecutaron la sentencia, pero, al final, a TVE le pasará lo que a los tres corazones de Enrique Jardiel Poncela, que tenían "freno y marcha atrás" (por cierto que el título original de esta divertida comedia fue "Morirse es un error", que también sería muy apropiado para el caso).

Nadie quiso abordar el problema como hubiera sido lo lógico: reduciendo el abuso publicitario del medio y situando el nivel de ocupación en un porcentaje razonable, por debajo, incluso, de las exigencias comunitarias. Televisión Española perdió su gran oportunidad para dar ejemplo y hacer una publicidad más amigable para el espectador, menos intrusiva... pero mucho más eficaz. ¿Es que no existía un virtuoso término medio entre el exceso y la muerte? Y eso sin entrar en el descabellado (ahora ya se ha demostrado que, además de pintoresco, era ilícito) método de financiación utilizado para sustituir los ingresos aportados por los anunciantes.

No es el único caso de matarifes que luego quieren resucitar a sus víctimas. También se da mucho en el terreno de las relaciones personales. Nunca falta quien mata un sentimiento y luego, unos años después, quiere que reviva... normalmente, eso sí, sin renunciar a los principios que justificaron la condena.

Es posible que, unos y otros, acaben resucitando de entre los muertos. Seguro que acabamos dándoles la bienvenida. Puede que con cierta tristeza, pero, al menos, habrá desaparecido el vértigo.
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1 comentario:

Samael dijo...

Se va a armar la marimorena en las cadenas privadas de TV. También en las agencias de medios. Es la crónica de un disparate anunciado.