martes, 1 de marzo de 2011

¿Esto era el futuro?

Dicen que ahora está de moda el paleofuturo, es decir, retroceder en el tiempo para ver cómo imaginábamos en el pasado que sería el futuro.
Está claro que los vaticinios más populares no han sido muy acertados. Y no es que no se hayan producido cambios, sino que éstos han tenido lugar en campos muy diferentes de los vaticinados.

El futuro que todos recordamos estaba lleno de robots humanoides, naves intergalácticas, automóviles voladores, alimentación mediante píldoras y promociones inmobiliarias en Marte.
Sin embargo, pocos hablaban de la red de redes, de telefonía móvil o de ecología. ¿Por qué creíamos en un futuro tan diferente al real?
En mi opinión, el principal error fue que el foco de nuestro futuro se orientaba hacia los avances mecánicos y la conquista del espacio, mientras que el desarrollo de la tecnología se ha derivado hacia la electrónica y las comunicaciones. Sólo se consideraba como avance todo aquello que tendía a aligerar el esfuerzo físico y nadie tuvo en cuenta, por ejemplo, los aspectos sociales y económicos del futuro.
El profundo cambio en las relaciones sociales, el hiperdesarrollo de las comunicaciones y la globalización de la cultura (con minúscula) no fueron suficientemente valorados al pronosticar el mundo del futuro. Como tampoco lo fueron los condicionantes económicos de la producción industrial y de la propia sociedad. El cambio no ha ido tanto hacia cómo realizar con más facilidad las cosas que hacíamos, sino hacia dejar de hacerlas y sustituirlas por otras.

El futuro de la publicidad ha cambiado menos que otros futuros, porque del futuro de la publicidad no se hablaba mucho en aquellos tiempos. Los grandes cambios se llaman segmentación e interactividad, aunque son dos conceptos a los que todavía les queda un largo camino por recorrer... si alguien no lo remedia antes (que puede que lo haga), ya que suponen una complicación económica evidente. Pero, la verdad, es que la televisión sigue siendo el medio rey y los comerciales de hoy no son tan diferentes a los de hace treinta años, salvando las grandes distancias que existen entre los valores de producción de una y otra época. No es algo que deba sorprendernos en exceso.

Muchos se harán esta misma reflexión pensando en sus propias vidas. Casi todos teníamos un futuro. Claro que los futuros particulares no incluían robots ni naves espaciales. Sólo felicidad, salud y dinero. A veces, amor y libertad (las menos). Son pocos los que tenían en su futuro traiciones y perversidades. No suelen gustar en los futuros. Además, los futuros personales no suelen entrar en los "cómo", sino en los "qué". Es más práctico.
Hay personas cuyas vidas han evolucionado hacia algo estupendo: disfrutan de un buen trabajo, de un buen sueldo, de todo tipo de lujos y comodidades... suelen llamarlo "felicidad". Aunque no se parezca en nada a la felicidad que proyectaban para su futuro cuando el futuro todavía existía.

Y es que, eso de que el futuro nos haya quitado a los robots y los haya sustituido por humanos es una lata. Porque resulta que los humanos tienen sentimientos, lo que no deja de ser un inconveniente serio. Y algunos, los más rebeldes, llegan a tener hasta sentido del honor, no están dispuestos a aceptar chantajes y no son reprogramables con sólo apretar un tornillo.

O sea que, aunque nos resistamos a reconocerlo, el presente no es el futuro del pasado.

3 comentarios:

Unknown dijo...

¿Quién nos iba a decir en el paleofuturo que la publicidad iba a esta así? ¿y como será la agencia del siguiente futuro? ¿Y los publicistas?

Humberto Dib dijo...

Me ha encantado tu texto, una reflexión muy interesante, ¿el concepto de "paleofuturo" es tuyo?
Te dejo un gran abrazo, Paco,
Humberto.

Paco González dijo...

Gracias a los dos por vuestros comentarios.
No, Humberto, "paleofuturo" es un concepto que se viene utilizando últimamente para describir el concepto que había del futuro hace años.
Un abrazo.